jueves, 15 de octubre de 2009

Un pequeño por qué de esta gacetilla 2

Surge la necesidad de retomar este temita, una cabeza llena de rulos e ideas interesantes me dijo sobre la nota anterior de la temática de la juventud, “hey payaso de mierda, como vas a decir esa blasfemia horrible y despreciable, ¿no te das cuenta que los padres también tienen responsabilidad? Ellos son los que le dan la plata a los pibes para hacer lo que hacen” (todo esto imagínenlo con un tono mil veces mas dulce y con una cantidad nula de violencia, pero para ponerle picante lo cambie un poco, perdón rulitos morochos, así es este payasito, sabrás entender).

A esta crítica la cual considero válida puedo agregar algo:

Si bien es cierto, los padres tienen un poco de responsabilidad, hay que ponerse en su lugar. Un padre que le niega a su hijo el acceso a la corriente popular, por negar se puede entender no darle el dinero que necesita, no dejarlo asistir a una fiesta chuli, ¡zambomba!, y cosas así, esta condenando a su/sus hijo/s a la exclusión social de sus pares. Un chico que no puede suscribir a un celular, computadora/Internet, y toda la escaramuza no podría estar incluido en un grupo de sus compañeros de la misma edad, por ende la posición del padre es entre la espada y la pared. Teniendo en cuenta que la juventud ya es excluyente de algunos con características particulares (si lo sabre yo) una condición como la nombrada antes puede llegar a ser catastrófico para un chico, recordar casos como los de pan triste y toda su congenie nos da la evidencia de que un chico aislado y que debe permanecer excluido de la sociedad es una bomba de tiempo que puede explotar y manifestarse en un tiroteo a sangre fría o la extraña fusión de un ser zoomorfo y un payaso de circo (la última permanece inofensiva, incluso es jocosa y disparatada). Por ende, con esta breve aclaración, trato de terminar de justificar mi tesis anterior, así que gracias rulitos morochos, y voy a agradecer si se sigue intentando contra fundamentar mi idea, de forma tal para seguir enriqueciéndola o darla por errónea.

El Licantropayaso

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