jueves, 15 de octubre de 2009

Fórmulas: Bersekeate y aprendé un nuevo Poder!



Buenas amigos, acá volví con las Fórmulas después de un tiempo al margen del camino, más que nada por estudios-paja (no que los estudios sean una paja, todo lo contrario, me da paja nomás <.<). Pero bueno, arrancó este Octubre con todo, y va siendo hora de poner un punto sobre las íes.


Hoy vamos a hablar sobre otra clase de Fórmulas, una Formula un poco mutante y jodida de reconocer. Si bien había pensado separarlos un poco, creo conveniente, por ahora, hacer una nota uniendo estos tres sub-géneros, más que nada porque uno precede al otro, y porque uno no sería nada sin el otro.


Primero, tenemos que ubicarnos un poco. En cuestión de géneros, creo que podría ser tranquilamente ubicado en Shonen como temática central, ya que, si bien las generalizaciones son una quimera y existen diferencias remarcables entre todos estos muchachos, el Shonen es la base común sobre la que se van a asentar.

Segundo, momento histórico… y acá espero no pifiarle, porque verdaderamente no terminé la investigación que quería como para apoyarme en un buen marco. Este género, o esta fórmula, debe tener, fácil, quince años de edad ya, y fue transmutándose y entremezclándose con otra fórmula que todavía no escribí, pero que vamos a darle cabida más adelante.


Vamos por partes, dijo Jack el Destripador.


De qué Carajo se trata esta Fórmula?



Hablemos claro y conciso, quieren? Bersekeate y aprendé un nuevo poder es una fórmula quizás no tan célebre, quizás si efectiva y realmente entretenida. Lo único que se necesita para esta clase de series (sea manga o animé, o ambos) es: un conjunto de personajes, que bien pueden contar con un protagonista principal o no, una serie de enemigos en común y una causa para que se caguen a trompadas. Esta fórmula se basa en las peleas, principalmente, además de uno que otro recurso argumental bizarro y relaciones interpersonales distorsionadas.

Por supuesto, estamos dejando para lo último el elemento principal que aparece en disputa frente a esta Fórmula, el factor fundamental que caracteriza y ata a todas estas series bajo una sola categoría. Damas y caballeros, debo hacer una pausa para presentarles, con la suficiente pompa y respeto, a los épicos padres de este género común:



Hace un buen tiempo atrás, había un par de fórmulas rimbombantes que vendían, pero no demasiadas. La principal era aquella (que no he bautizado todavía) donde nos encerramos a ver como todos se cagan a trompadas, mientras los guerreros se hacen acérrimos luchadores y terminan destrozándose a si mismos. Casos como Dragon Ball, Mikami y demáses eran clásicos, pero había algo que faltaba ahí. Las peleas y las tramas eran entretenidas, pero les faltaba algo, y a la larga, cansaban. Saint Seiya, contemporáneo también, se encontraba ante el mismo problema, pero logró resolverlo de una manera espléndida, excelente e impredecible, dejando la puerta abierta a generaciones que robaron conceptos, marchas, importancias.

Amigos míos, estamos hablando del darwinista término EVOLUCIÓN, que va de la mano con el modernito término PROGRESO. Para ser un poco más claros, la pulpa dulce de esta manzana prohibida y la llave de su éxito se basó en precisamente eso: la posibilidad que tienen los personajes de darnos estadios subsecuentes de evolución hasta la perfección (que obviamente, jamás van a alcanzar), diferentes facetas fascinantes, caracteres y técnicas propias. Con este hermoso término que es el de la Evolución, tenemos toneladas de animé producido, vendido y repartido como pan caliente. Pero Saint Seiya, junto con Dragon Ball, fueron los primeros en trascender la frontera de encontrarse encerrados en el simplismo de la pelea, además de darle un poco de emoción a la cosa. En ambas series, el cambio de los guerreros en forma significativa estaba indicada, también, por algo que caracteriza esta fórmula y le da nombre: el momento de odio, de éxtasis en plena muerte, de cualquier otra sensación eterna.

El tosco y bonachón de Gokú ante Freezer, totalmente enervado por la muerte de sus amigos, deja toda su ira correr en una escena excelentemente impresionante (que ninguno de nosotros olvidará), ascendiendo a Super Saiyajin. El pelotudo de Seiya queda desangrado, con todos los huesos rotos, sin los cinco sentidos y sin otras cosas (algunos aseguran que con sida) en la primera saga de las doce casas, piensa en Saori y en sus compañeros caídos y logra romper la barrera de los cinco sentidos.



Pero bueno, no perdamos el hilo.

Por este entonces, tenemos series de trompadas simples y llanas, y tenemos las nuevas que implementan el término de evolución. Pero seguimos a lo largo de la historia y, gracias a las técnicas de la ciencia y la limadura japonesa, tras arduos años de trabajo, en los laboratorios Satoshi se aísla el factor de la evolución pura, y se la mezcla con un poquito de personalidad. Es así que esta evolución pura, dotada de una relativa razón y personalidad, es acompañada por personajes semi-principales, y todo se vuelve más lindo cuando caminan en conjuntos. Las masas enloquecen cuando salen al mercado estos hijos bastardos de los originales, y todos nosotros pasamos por esa fiebre que fueron, principalmente, Pokémon y Digimon.


As this Story Goes …



La evolución planteada desde un factor externo al personaje principal era un poco endeble (seguía siendo el entrenador, el que pensaba, el que manejaba tras bambalinas, pero no el que tenía el verdadero poder), pero tuvo un éxito rasante. No voy a perder el tiempo evocando cifras que signifiquen la supremacía de esta clase de series; desde los mas mersa (Monster Rancher, por ejemplo), hasta los que podríamos llamar originales (Pokémon) tienen algo que triunfó, y que le dio muchos millones de yenes a todos sus creadores y co-autores. Por cierto, no le crean a los que dicen que Pokémon fue creado viendo insectos batallar en mecanismos de tubos, o que fue inspirado por las batallas entre distintas mascotas: créannos a nosotros, nosotros le pagamos a Bobby Jackson para que nos averigüe unos cuantos secretos de la farándula animada, y otro tanto a los hermanos Gandor para que nos mantengan al tanto de todo (es por esto que no publicamos <.<).


Pero bueno, me fui por las ramas.


El mercado es un éxito como nunca antes se había visto, además de que el éxito de este animé cae justamente en la segunda parte de la era del apogeo de la globalización, y este entretenimiento, de un contenido hábilmente hecho para ser digerido por un público de rango de edad bastante amplio, tiene una repercusión brutal en casi todas las esquinas del globo. Toneladas de plástico son quemados en moldear llaveritos, figuritas, peluches, TCG, mochilas, y toda mierda que cualquier pendejo consumista quiera llegar a tener. Los Tamagochis (felices primos reales) nos superan, nos despiertan cuando dormimos para cagar y se quedan sin pilas.



El tiempo pasó, y el apogeo de estas series, si bien sufrió un lindo bajón, aún no ha declinado del todo, y se mantiene, a la mejor manera Power Ranger, sacando secuelas y secuelas sin cesar, sin, por supuesto, dejar de vender.


Por supuesto que el Laboratorio Satoshi se transformó en una empresa totalmente diferente, pero los estudios jamás se quemaron, aunque si bien se abandonaron durante un tiempo, fueron tocados nuevamente por jóvenes científicos con ganas de experimentar y disfrutar bastante con sus productos.


Lo hicieron, y así llegamos al tercer Sub-género de la mano de su primer precursor, que no tuvo tanto éxito pero si abrió el camino a los que vinieron luego: Shaman King.


La Tercera Época: Armas que piensan



Verán, los científicos lograron cruzar efectivamente otras cosas. Habían partido desde el sentido de auto-mejoramiento y de perfección última que devenía de culturas marciales milenarias, lo habían extraído, remodelado y dado la forma de un animalillo (que pocas veces hablaba, aunque parecía ser inteligente) que contaba con ataques sistemáticos, ganaba experiencia y evolucionaba a un estadío, poderes y forma mucho más cool.


Sin embargo, ahí había quedado un vacío.


El guerrero de antaño, con el que todos nos poníamos y nos pegábamos a darle rienda suelta a la sangre de ira, rage, Berserker (llámenlo como quieran), al sentido de sacrificio mártir por otros, o a, simplemente, sufrir una empatía de carácter importante, era ahora un alfeñique que no podía siquiera pelear o tirar una piña. El personaje principal era, si, pero la diversión se la llevaba el bichejo que entrenaba. Había quedado totalmente vacío.


Ahí fue cuando dieron con esta pepa de oro contemporánea: la del Arma que piensa. Si lo que se desea es que los personajes principales tengan algo de ese guerrero antepasado, y que esté en primera línea en el combate, entonces lo haremos; pero no por ello perdiendo ese maravilloso invento (el Pokemón, hablando en gaucho) que nos dio tantas ventas.


Se abre entonces el camino a una generación totalmente nueva, si bien hijos bastardos de estos dos géneros “venidos a menos”, el de la generación de armas que piensan, el guerrero cuya técnica evoluciona y se hace única con él, en que cada personaje se desdobla para mostrar dos caras.



Aclarando Pautas:


Tenemos tres Sub-géneros que encarar. En orden Cronológico, son:


1 - Desangrado, Moribundo, Enojado: Este género presenta muchos guerreros bajo tutelas de diferentes senseis. Generalmente, comienzan peleando entre ellos, hasta que aparece un mal mayor que los obliga a unirse en contra para superarlo (generalmente, todos tienen un corazón noble, aunque se hagan los cabrones). Suelen reutilizar personajes con demasiada insistencia (guerreros que quedaron obsoletos siguen apareciendo, para romperse la nariz contra otros superiores). Los enemigos (o el mal, bajo las máscaras que elija) suelen perseguir siempre lo mismo, no importa cuantos o cuan poderosos sean. Ah, otra cosa, los buenos suelen ganar siempre y morir con frecuencia. Suelen tener sagas larguísimas, abundante relleno, personajes muy interesantes y vastos y un orden jerárquico bastante importante, además de una simbología propia (a todos nos gustan ambas cosas). Series de esta clase son: Dragon Ball, Saint Seiya, Naruto, Veritas, Psyren, Deadman Wonderland, Bleach, Fullmetal Alchemist (en parte), entre otros.


2- Zoologikmon: Un par de entrenadores, catalizadores, humanos simples y llanos, dirige unas criaturas rarísimas y retorcidas. Todas las criaturas tienen el potencial de llegar lejísimo, y cuentan con un vastísimo arsenal de técnicas, poderes y acumulación de experiencia. Usualmente, la historia se desarrolla en las crónicas de un viaje para lograr algo: no son tan trascendentes como los guerreros originarios, que siempre querían salvar al mundo, sino que usualmente quieren volver a casa, convertirse en el mejor entrenador (solo por diversión, digamos), encontrar una determinada cosa; pero generalmente, las cosas van más por el camino de la diversión que por el de la importancia de vida o muerte. Suelen tener canciones, ser muy fanserviceros (sobre todo para niñ@s), y apelar al corazón bueno de la humanidad, a un sentimiento de amor mutuo entre entrenador-mascota, etc. La profundidad de los personajes es casi nula. Series de esta clase son: Pokemon, Digimon, Monster Rancher.


3- Armas que Piensan: Así como suena, esta clase de series nuevas se caracteriza por contar con dos personajes, en pareja, que casi siempre tienen una técnica que, por si misma, suele ser inútil, pero que en pareja son un conjunto formidable. Puede tener conciencia o no de si mismo (el arma, quiero decir), pero por lo general tienen una suerte de inteligencia artificial. Esta clase de series se caracterizan por conformar grupos relativamente grandes de guerreros/técnicos acompañados de sus armas. Tanto técnico como arma suele crecer en la manera de trabajar contra el enemigo, y suelen tener una técnica específica y única de cada uno, digamos, un ataque especial que los caracteriza. Los personajes suelen ser bastante antagónicos, y suelen tener una excelente razón para arriesgar la vida en el combate. Los enemigos suelen tener una o varias cabezas centrales que guían un colosal número de extras que molestan en el camino a los protagonistas; asimismo, tenemos una serie de “Generales” o enemigos especializados, que suelen dirigir tropas y/o dar encontronazos memorables. Las peleas son excelentes y la sangre no se desperdicia para nada. Series de este tipo son Claymore (también coinciden con el primer género), D.Gray-Man, Psyren (ídem Claymore), Soul Eater, Naruto (ídem Claymore), Bleach y Saint Seiya, en parte.


Hay que considerar que estos subgéneros son tres hijos bastardos de un mismo género colosal, así que tienen muchísimas cosas en común y pueden pertenecer a más de un subgénero.



Despidiéndonos…


Creo que fui vasto, por lo menos hoy. Pensaba hacer una lista de arquetipos que aparecen en cada uno de los tres subgéneros, pero se haría demasiado largo y molesto, tanto para ustedes como para mi. Por ahora, lo dejo así. Quizás el mes que viene agregue algo, quien sabe?

Nos vemos en la próxima pelea.


Cataqclismo

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