sábado, 16 de abril de 2011

Autorazos! Alberto Breccia

Después de la saga bi-notal (?) de autores extranjeros (o mejor dicho, de habla inglesa), decidí que no solamente se merecían mención ellos, sino también nuestros grandes locales, nuestros sucesores y creadores del propio ruedo que nos compete a todos. Es por esto mismo que me pasee por mi biblioteca otra vez, leyendo y releyendo unos cuantos títulos de cuando era más pibe, más adolescente y a la vez más flaco (no se que tiene que ver, pero bue).

Así, navegando entre recuerdos de pibes, pendejerío y momentos a solas (convengamos que la lectura hace al hábito de la soledad, también) llegué a costas un poco dudosas, entreviendo los estilos y los momentos por los que atravesaba mi propia vida como lector a la hora de empezar a nutrirme de cosas. De leer frases de cuadros que no comprendía, nombres que no significaban nada para mí y dibujos que no expresaban nada para la versada mente de un chico que tenía apenas un puñado de años, un amor marcado por las repeticiones de Telefé del Zorro, los Power Rangers y la chocolatada.

Siempre me encantó una cuestión de la biblioteca de mi padre; el hecho de que todos los volúmenes que tenía estaban ajados, hojeados y viejos; que el papel era amarillento y tenía una textura como de piel de anciano, que te pedía con esa suavidad que insinúa la desintegración, que por favor los trates con cuidado. No puedo enumerar en el recuerdo la cantidad de volúmenes que de este modo terminé leyendo, por partes o por pedazos, obras incompletas que te dejaban con esquemas de continuación en la cabeza, o preguntas respecto a tal o cual personaje.


Nunca olvidaré la noche en que mi viejo me entregó uno de esos volúmenes, hechos mierda y a medio romper, con el lomo hecho jirones, y me dijo que lo leyera; corrí a mi cama y me puse a devorarlo, mientras afuera había tormenta y yo me abrigaba al calor de mi estufa… y al calor de Oesterheld y Breccia. Mi viejo me había dado su versión del Eternauta.

No solamente me voló la cabeza el hecho de haber leído el Eternauta, que en esa versión tiene un relato más crudo y corto, sino que también me costaba interpretarlo a Breccia. Las sombras que se movían, las contra-sombras que aparecían insinuando cadáveres, los colectivos retorcidos, y todo, todo coronado por esa condenada nevada que no paraba de caer. Desde entonces, empecé a cazar trabajos de este autor, que irónicamente se lo trata de historietista, pero no de guionista o dibujante puramente. Damas y caballeros, aquí están, estos son…

Wikizarpa

Que tal si nos ponemos un toquecito a leer detalles biográficos del viejo?

Nacido en Montevideo, a los tres años su familia se mudó a Mataderos, barrio de Buenos Aires. Allí, antes de dedicarse al dibujo profesional, se desempeñó como obrero de la industria de la carne: "Hacía un trabajo muy desagradable, era rasqueteador de tripas". Sin embargo, empezaba a tomarse en serio el trabajo de dibujante. Como el mismo reconoció en algunas oportunidades no fue un superdotado: fue un tipo con cierta habilidad. "Cuando terminaba la jornada en el matadero iba a mi casa y dibujaba lo que podía. Con esos balbuceos empecé a buscar trabajo." En aquellos años, 1937, 1938, los periódicos importaban material de los sindicatos norteamericanos y europeos, por lo que había que lograr impresionar a algún jefe de redacción para encontrar lugar en ellos. Alberto era perseverante, y mientras tanto, desde 1938 publicaba en una revista de barrio: Acento editada por sus hermanos y amigos de éstos. Al tiempo, consiguió que se interesaran en su trabajo, aunque "pagaba muy poco; [pero] ese poco me permitió dejar el otro trabajo". Sus primeras historietas fueron una tira cómica muda llamada Mr. Pickles, que no obstante nunca logró vender y una sobre un detective chino: Mu-fa, de la que vendió diez tiras.

A principios de la década del 40 comienza a colaborar con ilustraciones e historietas en la revista Tit-Bits para la editorial Láinez, adaptando Las aventuras de Rocambole. "Lógicamente salió un embrollo. Tuvieron que cortarla porque no se entendía nada.". Trabajó para la editorial por más de una década y fue allí donde aprendió las primeras armas del oficio, inspirándose en autores como Burne Hogarth.

En 1946 sustituyó al dibujante Augusto Cortinas al frente de la serie Vito Nervio, que publicaba la editorial Dante Quinterno en la revista Patoruzito. Con guiones de Leonardo Wadel, alcanzó una gran perfección expresiva, aunque un rotundo Breccia manifestara que "de todo aquello, nada es rescatable". Realizó también la serie del Oeste "Armas de fuego" para el mercado europeo.

Su primera gran obra fue Sherlock Time, creada a finales de los años 50 con Héctor Germán Oesterheld. La evolución que se aprecia a partir de esta obra estaría motivada en parte por la rabia que le provocaran las palabras que una noche le espetara su amigo Hugo Pratt: "Vos sos una puta barata, porque estás haciendo mierda pudiendo hacer algo mejor".

En 1960 comenzó a trabajar para la editorial británica Fleetway y consideró la posibilidad de mudarse a Europa, aunque la enfermedad de su primera esposa (que falleció poco después) hizo que decidiera quedarse en la Argentina. En 1962 Oesterheld y Breccia crean Mort Cinder, a la que siguen Vida del Che Guevara (1968) y una nueva versión de El Eternauta (1969), que originariamente había ilustrado Francisco Solano López en El Eternauta (1957). Analizando su propia obra en 1970, Breccia dirá que "antes y después de Mort Cinder, nada". Un autor contemporáneo como el español Víctor de la Fuente consideraba, sin embargo, que su obra sobre el Che Guevara era modélica, afirmando que

En ella se desmitifica al héroe y se analiza al hombre. El héroe está desposeído de todos sus atributos, se enfrenta al lector sólo con su imagen, y cada uno de los lectores lo califica como héroe o villano. Creo que Breccia ha logrado una labor de análisis verdaderamente gigantesca, con un grafismo que raya en la abstracción, ha hecho palpitar a un hombre en su desnudez dialéctica, superando todo lo que tiene de mito este personaje.


Tras realizar la Historia gráfica de Chile y parte de la Historia gráfica de la República Argentina, trabaja para revistas italianas, como Il Mago, de Milán, la cual edita Los mitos de Chtulhu (1973), una colección de adaptaciones de diferentes cuentos de H.P. Lovecraft realizada junto al guionista Norberto Buscaglia, que sorprenden por su estilo menos realista y más expresionista, que se adapta a la perfección al tono del original. Tras ello, no abandonó el campo del terror ni de las adaptaciones, ya sea de los relatos de Edgar Allan Poe o una versión-parodia del mito de Drácula (Drácula, Dacul, Vlad?, Bah..., 1984).

En 1974, El Viejo (cómo se le conocía en el mundo de la historieta), inició una duradera colaboración con el guionista Carlos Trillo, con el que realizó obras como Un tal Daneri (1974), ambientada en Mataderos, lo que para Breccia significaba "recuperar un poco mi infancia y mi adolescencia"1 . Más tarde realizarían juntos otra obra: Nadie (1977). Pero su obra más importante tras Mort Cinder llegó de la mano del guionista Juan Sasturain. Se trata de Perramus (1983). A medio camino entre las aventuras y el humor absurdo, esta obra ridiculiza y a la vez denuncia la dictadura argentina, mezclando personajes ficticios con otros reales (como el escritor Jorge Luis Borges, que, en un ejercicio de la más pura historia ficción, es galardonado con el premio Nobel, que en realidad jamás recibió) y obtuvo el premio Amnesty en 1989, en la categoría de mejor libro a favor de los derechos humanos.

De sus últimas obras, cabe destacar Informe sobre ciegos (1991), adaptación de uno de los pasajes más escalofriantes de la novela de Ernesto Sabato Sobre héroes y tumbas, donde Breccia capta magistralmente la atmósfera inquietante y enfermiza del texto original y logra imágenes alucinatorias angustiosas.

Entre enero y agosto de 2008 participó póstumamente, con originales aportados por el Museo del Dibujo y la Ilustración, en la muestra homenaje a la Historieta Argentina, realizada en el Centro Nacional de la Imagen, Angouleme, Francia, por iniciativa de José Muñoz.

Alberto Breccia no es sólo un reconocido maestro del dibujo y un gran artista de la historieta y el comic, fue también un genial pintor, faceta ésta menos conocida por el gran público pero no así por sus adeptos y coleccionistas. Él mismo explica: "La plástica me interesó antes que la historieta (...) Toda mi vida he pintado; pero esta faceta está escondida, porque no quiero mezclar la hacienda."

Su producción en este campo no fue muy grande, sino más bien pequeña y muy escogida. Al igual que innovó en el dibujo, en la pintura al óleo realizó trazos magistrales y tanto trabajaba en lienzo, como en tabla o con escayola; para él los materiales y los tamaños de los cuadros no eran problema. Su obra pictórica, abstracta, fuertemente impresionista, colorida y triste a la vez, está impregnada de la sensibilidad social y de la desgracia del alma humana, que también supiera plasmar en sus grandes obras como Perramus, Informe sobre ciegos y tantas otras, es hoy día muy buscada y cotizada.

Y, obviamente y para los que les interese, tenemos que hacer repase casi obligatorio por los títulos publicados, siendo estos:

Obra

De La mano de Breccia

La familia Breccia caminando bajo la nevada mortal de Oesterheld

No puedo evitar encontrarme con una referencia en la línea de sangre de esta familia prolífica como para no mencionar a su hijo, Enrique Breccia, quien siguió más de cerca y más fielmente el dibujo de su padre y se reafirmó en un estilo propio, quizás no tan experimental como el de su viejo. Imposible describir la cantidad de risas que me habrá sacado este otro… en si, si uno mira la obra de uno y otro comparándolas, no tienen punto; uno nació y laburó durante mucho tiempo, viviendo entre la injusticia del destino de estas latitudes, especialmente viviendo la censura y la política, inmerso en un contexto bastante más áspero que el otro, quien nació tarde y supo utilizar todos los recursos que tuvo a mano para demostrar una visión un poco más realista, un poco más fantástica y otro poco de payasesca con sus creaciones. Pero es imposible negar que, también ambos, tuvieron sus encuentros respectivamente con la fantasía en sus creaciones, y con la raíz que los anclaba a estas tierras.

En fin… un toquecito más de información.

Hijo del dibujante Alberto Breccia, fue influenciado por su padre desde pequeño en la pintura, el dibujo y las historietas, al igual que sus hermanas, Patricia y Cristina.

Colaboró con su padre en la realización de dos obras trascendentales del género: Mort Cinder y El Eternauta. Para la primera se concentró en la labor técnica del dibujo y en la segunda en la creación de las situaciones de mayor pesadilla de la historia.

Profesionalmente, comenzó a finales de los años 1960 ilustrando novelas argentinas para la editorial Difusión.

Su primer trabajo profesional fue su colaboración en La vida del Che (1968), junto con su padre y con guión de Héctor Germán Oesterheld. Los originales de esta obra serían quemados más tarde debido a la situación política que atravesaba el país, una dictadura militar que encontraba en esta obra ideas contrarias a las suyas.1


En 1972 comenzó una colaboración de 8 años, bajo seudónimo, en la serie Spy 13 para la editorial británica Fleetway. En ese período realizó La leyenda de Thyl Ulenspiegel basada en la adaptación de Norberto Buscaglia de la obra de C. de Cóster (historia que quedó inconclusa), de donde proviene el estilo para su personaje más famoso, Alvar Mayor. Ese mismo año empezará a colaborar con ilustraciones para la revista Billiken y los libros de la Colección Billiken. En esta época trabaja para la revista italiana Linus. Ya con guiones propios realiza obras de temática bélica.

Junto a Scutti de Ediciones Récord, realiza historietas que se vendían en Italia. En 1976 en la revista Skorpio, de Ediciones Récord, publica El buen Dios con guión de Carlos Trillo. Con el mismo guionista y a partir del número 36 de 1977 de la mencionada revista, comienzan a publicar Alvar Mayor. En Récord trabajó junto a guionistas como Guillermo Saccomano, Ricardo Barreiro y Walter Slavich.

Participó en la revista Superhumor desde sus inicios, en 1980. Junto a Carlos Trillo (guión), realiza Los enigmas del PAMI.

En 1983 y para la revista D'artagnan de Editorial Columba, dibuja Ibáñez con guiones de Robin Wood.

En 1984, aparece en el mercado la revista Fierro. Enrique publicó en ella desde el comienzo. Allí aparecerían dos historietas reconocidas de él, El cazador del tiempo, y en 1985, El Sueñero. Otras obras de ésta etapa son Metro-Carguero, con guiones de Enrique y dibujos de Cacho Mandrafina; y El reino azul, dónde dibuja, en color, los guiones de Carlos Trillo.

Dibujo también la primera parte de la trilogía sobre Lope de Aguirre con guión de Felipe Hernández Cava que habrían de terminar Federico del Barrio y Ricardo Castells.

Su debut en Estados Unidos fue con X-Force para Marvel en 2000, la tapa de Uncanny X-Men, Legion Worlds y Batman: Gotham Knights para DC comics. Por encargo del editor Karen Berger realizó las ilustraciones de la novela gráfica Lovecraft publicada por Vertigo Comics en 2003.

Cowboys Cabalgando hacia el Oeste, entre Perón y El Che

Gente de cultura remarcable por la cantidad de detalles y los guionistas propios con quienes se han codeado, los Breccia (porque no puedo hablar de uno solo, por más que lo quiera) tienen un lugar más que privilegiado en mi biblioteca. Sus obras tienen el toque hermosísimo de las películas de antes, rodeadas y dominadas por las sombras y los recortes; Alberto tiene una ano ara el pincel, el dibujo y la construcción de las escenas que no lo he visto en ningún otro dibujante hasta el día de la fecha. No te pone las cosas en claro; hace que el dibujo te narre a viva voz lo que está pasando, lleno de significativos y de significantes. Las sombras y los pedazos de cosas construídas en sus obras son simplemente fascinantes; no voy a dejar de leer, por ejemplo, los Mitos de Chtulhu, por lo menos hasta que sea viejo y me fatigue rápido de todo aquello. Tampoco podemos despreciar el terrible trabajo que hizo como historietista hacia la mano de, lo que fuera, la tiránica oposición dictatorial. Los trazos políticos se adivinan y hasta se gritan en sus obras; pero si bien pueden disgustar a más de uno (personalmente me declaro apolítico, por falta de interés más que nada), es un reflejo fiel que el mundo de la historieta necesitaba; una manera más de aprender historia o, en su defecto, de que la historia sea narrada, convertida en historieta.

Para mí, ambos van a ser siempre polaroids de una época extraordinaria; una época por la que vivieron nuestros padres, acaso abuelos, y por la que nos codeamos todos en el día a día, porque estos hombres representan excelentemente el sentido de la historieta como construcción dinámica; es parte de un período de la historia, es parte de una fantasía con sabor a chicle, es parte de sombras informes o edificios construídos de recortes de diarios, es pedazos de fotografías y líneas de tinta gruesísimas, son trazos a lápiz que nunca son pasados a tinta.

Son vos, son yo, son argentina, y a la vez son el mundo y a veces, el universo. Los Breccia han sabido modelar tan bien esa masa informe de imaginación que todos tenemos en la cabeza, que poco más me queda que decir de ellos, excepto que desde ya tendrían que tener, al menos y de manera casi obligatoria, un Mort Cinder en su biblioteca.

Una fuerte bienvenida a Padre e Hijo a la Biblioteca y nos vemos en la próxima de Autorazos!

Cataqclismo

2 comentarios:

  1. Si bien fue una leida super fugas (debería haber ido a la facu ya). Cabe destacar este tipo de historietas, son unicas, y algunas ya... reliquias.
    Hoy en dia se ven graffitis de Juan Salvo por toda la city, y hasta los usan como imagen para campañas "Electorales" de los centros de estudiantes.
    todavía espero la película del Eternauta... Saldrá algún día?! Seria tan Epic :3

    ATTE: MateAmargo

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  2. che no se si seré yo que me estoy volviendo mas y mas ciego, o la letra de esta nota me pareció media chica xD

    Atte. El semipelado de Venado

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