viernes, 15 de enero de 2010

Cuando la Tinta se pone demasiado Negra


Generalmente, hoy en día, podemos chatear (si conocemos los idiomas y los canales adecuados) con gente de corea, Turquía, Rusia o inclusive de nuestra propia ciudad. Hoy en día, con un par de clicks bien dispuestos, podemos tirarnos a averiguar nuestros ascendentes genealógicos, o la receta del postre que hacía la nona.
La Globalización contribuye a que todo el mundo esté mejor, más rápido y más radicalmente comunicado. Hay varios fenómenos que están subordinados al hecho de la aldea global (porque es un hecho), especialmente los que vinculan a fenómenos lingüísticos (me podrán negar que los emoticones son el eslabón perdido de la comunicación, recién descubierto?). Los conceptos se mezclan, las culturas se comunican y se comparten fechas, definiciones, ámbitos. Todo se mezcla en uno solo, y la información que bebemos día a día, si bien la elegimos en mayor o menor medida, termina llenándonos de partes del mundo alternativas.

Obviamente, el Manga no escapa a este fenómeno, y desde la lluvia de producciones japonesas de los ’70 hasta hoy en día, tenemos un montonazo de producciones que mezclan este estilo. Frikilogía presenta por vez primera (y no probablemente única) una recomendación y prevensión de mangas que han sido influenciados especialmente por la cultura occidental; si bien es difícil distinguir la barrera entre qué es occidental y qué es oriental hoy en día, hay algunos tótems (por no encontrar otra manera) demasiado occidentales como para obviarlos; ya sea en la estética, en la técnica narrativa o en conceptos y personajes, occidente emerge disfrazado de Pikachu desde los rincones menos esperados. Y si bien sus productos suelen resultar interesantes, hay veces que también degeneran en un miasma de mierda pura.

Aquí están, estos son, los recomendados y criticados de este mes:



Abara


Puntuación por Originalidad/Buen uso de Recursos

Género: Survival Horror (afanado de la clasificación de juegos del mismo nombre), 7
Trama: Relato Mudo, 8
Personajes: Clichés bien Utilizados, 8
Estética: Silent Hill? 9
Resolución: Excelente, 9
Punto Débil: La brevedad puede ser una espada de doble filo. 7

La primera de las series recomendadas es Abara, un manga de tan solo dos tomos de extensión que se apega terriblemente a la fenomenología que sobrevino al renacimiento (o deberíamos decir re-renacimiento?) del horror y el terror barato y plástico en diferentes ámbitos (tanto en el cine, como en el arte y los videojuegos). Sin embargo, y si bien atestiguamos que Abara es una hija de la generación zombie-gore que desencadenaron aquellas inolvidables piezas de cine de los ochenta, sabe despegarse bien en su propia plataforma, generando una obra nutrida por tanto humus creativo que es literalmente imposible que salga una cosa horrenda de todo ello.

En detalles técnicos, Abara es una creación de Tsutomu Nihei, un excelente artista nipón del cual estamos recabando todo el material disponible en la web para futuras críticas. Fue serializada en la revista Ultra Jump, un fanzine seinen notable. La licencia en nuestro país la tiene la editorial francesa Glénat, por lo que las ediciones en español pueden llegar a costar un poquito más.

Abara, en términos literales estrictos, significa costillas, y no podemos encontrar una mejor manera de definir esta obra que no sea mencionando la estructura ósea. Nunca se puede emplear mejor la expresión Médula ósea que con éste manga.

Abara tiene dos elementos claramente occidentales; la abundancia de cuadros (el manga se define por pocos cuadros, lo que crea un dinamismo en los lectores bastante marcado), la estética en los dibujos (que generalmente parecen a medio terminar), el uso abundante de elementos gore y las sombras, y otro detalle casi característico que hemos visto en pocas obras de este medio en lo que llevamos devorando material: la casi ausencia de diálogo. Solo se usa el diálogo necesario, y solamente para aclarar unos cuantos detalles, haciendo de Abara una suerte de película muda congelada en cuadros abrumadores y, a veces, difíciles de comprender en una primera leída.

La trama de Abara se sitúa en una línea temporal futura, donde se viven usando recursos estéticos para denotar industrialismo, abandono en el elemento humano y miseria. Este futuro, que recuerda muchísimo a cuadros (literarios, pictóricos, poéticos) de la Revolución Industrial y el Londres lleno de mugre, hollín e indigencia, resulta el escenario perfecto para que los personajes introducidos bailen su fandango.

En este futuro ciertas personas (o debería decir seres que asemejan personas) tienen la habilidad de reformar su estructura ósea a su real antojo, creando verdaderas deformidades físicas, rupturas de piel, armaduras y armas inimaginables. Estos seres (conocidos con el nombre de Gaunas) generalmente sufren o parecen sufrir un dolor intenso en sus transformaciones; fuera de eso, también son parias de la sociedad debido a su peligrosidad; los Gaunas son seres tremendamente fuertes y rápidos, capaces de transformar su cuerpo en verdaderas armas de asesinato masivo.

Lamentablemente, y debido a la falta de detalles sobreabundantes que pudiésemos acotar sin temor a spoilear algo a nuestros lectores, no podemos decir mucho más de esta serie. Los combates usan de escenario esa sociedad industrializada y pobre, y los dibujos recuerdan muchísimo a un Enki Bilal joven, o en su defecto, un Breccia demasiado orientalizado. La ausencia de diálogo y el uso de escenas complejas en acción generan un clima de lectura único y a la vez errático, pues si bien de repente dos criaturas están intentando destrozarse en plena calle, en otro giro argumental vemos escenas totalmente mudas que pueden parecer paisajes, pero no lo son. El silencio es a veces una espada de doble filo, y sinceramente no recomendamos esta obra a los que estén acostumbrados al dinamismo ni la abundancia de diálogos (o una historia detallada)


Abara es una obra de la cual muchos pueden sacar muchas conclusiones. Es como mirar un cuadro durante demasiado tiempo, esperando sonsacar de algunos trazos de pincel un nuevo significado; o releer ese viejo poema que nos gusta tanto, dándole vuelta el sentido a las palabras, como una moneda que revele una cara nueva y lustrosa.















Zetman




Género: Bersekeate y aprendé un Nuevo Poder / Identikit, 7
Trama: Relato Mixto, 8
Personajes: Clichés bien Utilizados, 8
Estética: Dibujo Occidentalizado en muchos puntos, 7
Resolución (hasta el momento): pateando a los lectores hasta el próximo número, 8
Punto Débil: Un par de escenas previsibles, 6

Este manga, que puede recordar con su tapa a un arlequín sacado de la cabeza de un Lewis post-modernista, nos sorprendió porque realmente no dábamos un peso por él. Sobre que lo editaba Ivrea (digamos que no tenemos gran confianza en el contenido desde que la MM (Marea Moe) invadió el mercado, en parte gracias a ellos), el título y la tapa no nos decían nada conclusivo.

Sin embargo, sabemos ser abiertos a propuestas nuevas, y Zetman nos dio el cachetazo que merecíamos por desconfiados.

En sí, y analizándolo desde el punto de vista que tenemos hasta el momento (la obra no ha sido completada y cuenta con 13 tankoubons), Zetman es hijo de varias historias al azar que se han hecho en los últimos diez años, tomando un poco de drama, un poco de giros bruscos e inesperados de trama y otro poco de escenas explícitas (tanto sexuales como violentas). Es como si un editor colosal hubiese empezado a tomar elementos al azar con una sola premisa en su cabeza: el negativismo. Si a algo hace alusión esta serie (y alevosamente algunas veces) es a la tagedia, y que todos estamos sujetos a cosas que no podemos combatir.

Zetman recurre a una estética, además, que parece sacada a veces de un Lalia a punta de pistola. Con esto no queremos decir que el dibujo no sea oriental o que sea malo; todo lo contrario, pues el pendejo protagonista, en un principio, nos resultó bastante similar a Zelgadiss. No obstante, hay escenas, personajes y cambios en el guión que son (o eran) propiamente occidentales… sino, contemplen los dibujos bien hechos y las escenas en las que interviene el abuelo del prota.


Zetman, irónicamente, nos muestra la historia de dos protagonistas; uno, el arlequín iracundo al que podríamos llamar protagonista, que tiene una vida marcada por la miseria (y nos hace acordar a un tal Oliver de vez en cuando), la pobreza y la pérdida violenta de seres queridos. Desde la infancia de este pendejo vemos que es algo más que un simple humano: de chico labura cagando a trompadas a personas por una suma de dinero, y de grande… bueno, lean el manga.
El pendejo este (cuyo nombre es Jin… no, nada que ver con el del Marvel vs Capcom) tiene varios secretos que oculta contra su propia voluntad, pues él mismo ignora qué es o porqué es así, sin darse cuenta que toda la historia que atraviesa lo ha transformado en el monstruoso héroe que es. En cierta medida podríamos decir que éste es el anti-héroe y principal personaje de Zetman, pues se contrapone, en modos de ver la realidad y de manejarse, casi totalmente a su colega y compañero, Alphasz (o Kouga, siendo el nombre original).

Kouga es, en términos sencillos, Batman con padres muertos en su corazón. Los Padres de Kouga, multimillonarios y exitosos, lo usan como hijo estrellita o joya familiar, haciendo que el “nene” relumbre y llene de orgullo la familia sin importarles lo que su hijo realmente piense o sienta. El abuelo de este pibe es el forro de la historia, pero no pienso revelarles nada de él para que lo descubran por sí mismos :P
Decía, Kouga crece con su hermana (Konoha, quien es lo suficientemente sumisa como para dejarse avasallar por su hermano y por Jin, pero igualmente no pincha ni corta), alimentando un gran sentido de querer ser algo más en la vida que una simple joya al cuidado de sus padres. Es así que Kouga desarrolla un sentido de la justicia bastante particular, y haciendo uso de su dinero se fabrica toda clase de artilugios para salir a combatir el mal que asola las calles de la ciudad.

Como no podría ser de otra manera, héroe y antihéroe chocan más de una vez, pero los une el propósito y la necesidad común de destruír a la verdadera amenaza: los players (jugadores), seres humanos que, como Jin, tienen habilidades fuera de lo común.

Ahora, el elemento previsible y la verdadera poronga de esta serie son los cabos sueltos que no mencionamos, y que se atan de la manera más tonta y sencilla posible. Por mencionar algunos, Jin es el prototipo perfecto de Player, que se está desarrollando para desembocar en su forma final; como es el más groso, puede tranquilamente destruír al resto de los Players (es más, cuando percibe uno su naturaleza sobrenatural aflora sola). Los Players, por otro lado, son hombres de corta vida, pues sus propios poderes los consumen poco a poco hasta que “despiertan” (holaaaaaaa, yomas?) y adoptan su forma final, la cual no dura mucho porque, como dijimos antes, sus habilidades los consumen a un ritmo bastante anormal. Kouga, asimismo, ignora gran parte de toda la tramoya de los players, y juega a ser batman con sus chiches, sus crisis de conducta y su pose de estar tirándose un pedo cuando piensa “estoy haciendo lo correcto?”.

Konoha, por otra parte, le tiene unas ganas alevosas a Jin con la misma fascinación que provocan los nenes malos; pero como ella es una nena bien (^.^’) no puede darle mucho quórum. A Jin, por su parte, suele chuparle todo un huevo, hasta que se larga a llorar y explota.

Como las historias de Marvel, el punto fuerte de Zetman no está en las peleas, ni en los superpoderes, ni en nada de las luces brillantes; está en el lado humano y torturado de cada personaje. Hay escenas cruentas que repercuten bastante y están muy bien usadas, además. La muerte de un ser muy querido demuestra que el monstruo detrás de un personaje también puede llorar, o un encontronazo en el que no hiciste nada y te sacaste los mocos de puro miedo mientras la gente moría a tu alrededor sin que puedas salvarla perturba hasta la conciencia más templada.

Todo este juego de emociones y situaciones contrapuestas, giros inesperados y muertes truncadas (además de reacciones de personajes que no te esperás) hace de Zetman un manga digno de ser leído. Quizás no deslumbre como Deadman Wonderland o D.Gray-Man con una galería de habilidades originales, ni tenga una pluralidad de buenos personajes como Fullmetal Alchemist; pero sabe utilizar sus recursos de una manera justa y necesaria.

La serie lleva 12 tomos completos, con el 13ero en actual escritura. Comenzó a publicarse a partir del 2002, en pos de un remake del one-shot original. Sale en la revista Young Jump, y es editado en español únicamente por editorial Ivrea.


Wolf Guy
Género: Bersekeate y aprendé un Nuevo Poder / Trompadas y Bombachas, 5
Trama: Pelea / Relleno / Pelea, 4
Personajes: Fuertes y con Carácter, y como un millón de extras, 7
Estética: Dibujo Occidentalizado, especialmente en animales, 8
Resolución (hasta el momento): relleno relleno relleno, 5
Punto Débil: La trama. Tiene personajes y peleas voladísimas, pero se queda en el fondo del tanque cual sorete de pescado. 3

Este manga, del cual mucho no tengo que decir por la calidad HORRIBLE de trama que tiene, es una reimpresión de un manga que originalmente fue publicado en 1970 (lo viejo no lo hace groso, al contrario que otros casos). También tiene una serie de OVAs (6 episodios) que datan de 1992, la cual cumple con las normativas y la estética de esta generación-inundación de manganimé (si no saben cuales son, muchachos, empiecen a leer Frikilogía).

Esta serie (volviendo al encabezado anterior) cayó en mis manos como recomendación, pero cayó del pedestal al toque. Es una lástima que teniendo tan buenos dibujos desechen buenos personajes de una manera tan estúpida.

Comienza con la historia de una Profesora de secundaria que se cruza con un pendejo. El pendejo en cuestión (el prota, Inugami) es un loup-garou (googleen, hijos de puta), que lleva una actitud de “me chupa todo un soberano huevo, yo sé que soy mejor que ustedes” con la cual se lleva el mundo por delante a carazos.
La cuestión es que al pendejo lo recagan a trompadas, el pendejo se metamorfosea y masacra a los pandilleros como si nada. La Profe se desmaya y acto seguido va a dar clases para encontrarse a un nuevo estudiante en su escuela (adivinen quien es).

El baile realmente comienza cuando el muchachote se topa con la barra brava de la escuela, que está manejada por nadie más ni nadie menos que el hijo de un Yakuza bastante salado (el pendejo este de pendejo no tiene nada), obviamente una barra armada con gente salada y muy pelotuda que van directamente a matar. Obviamente que a un hombre lobo no le va a hacer nada, por lo que la actitud de “seguí golpeando que no voy a ceder” no hace más que irritar a los mogólicos de turno.
El manga no va mucho más allá. Se suceden golpizas violentísimas (muy bien dibujadas, cabe aclarar), a las que el pendejo sale incólumne y se provoca cada vez más a la barra brava. A todo esto, la profe tiene “algo” con el pendejo, y viceversa (los humanos nunca le provocaron más que lástima, y ella es “diferente”, awwww :3)

Tiene bastante fanservice (más para varones que para mujeres) y usa recursos como personajes bastante acartonados (la pendeja puta que solamente quiere coger, el pelotudo deforme que quiere ganarse un lugar y se enoja al toque, la masturbación extrema, la defensa del pueblo-oveja contra los opresores) y situaciones tampoco para nada originales (el hombre lobo enfrentándose a bestias, el hombre lobo a lo largo de todo su ciclo, el relato de lo que es ser un hombre lobo a lo largo del mes, hombre lobo, hombre lobo, hombre lobo).

Si a eso le sumamos un relleno alevoso (repetición de situaciones y números que son monólogos simples y llanos), tenemos un manga de mierda muy bien dibujado.

Porque lo metí en esta selección? Sencillo: el hombre lobo es una cuestión ajena a la cultura japonesa (es escandinavo-europeo el mito original), y la figura del lobo entre los nipones es siempre misteriosa y honorable; no obstante, el manga mezcla tradiciones propias y ajenas en un collage interesante, más no por eso deja de ser una poronga.

Recomiendo esta serie a quien le gusten los lobos en todas las formas (inclusive con un tutú), las mujeres abundants y promiscuas, la pelea sanguinolenta. En fin, es para nuestro querido sujeto de experimentos, el adolescente medio-pajero.

Se terminó esta nota por este mes… el mes que viene los espero con tres mangas más y la AK-47 abajo del brazo. Un saludo

Cataqclismo

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