viernes, 15 de enero de 2010

Cuando la Luna Enrojece

Todos tenemos un rincón impoluto dentro nuestro, ese rinconcito que guardamos desde que somos pendejos rompebolas y que con los años se llena de polvo y telarañas, pero jamás cambia. A todos nos terminan gustando ciertos clásicos, todos guardamos escenas, melodías, olores y sabores adentro nuestro, que brotan en la sinapsis de la memoria años después.
Y decimos “Esta película yo la vi cuando tenía tu edad”, o “esta canción me hace acordar a alguien que ya no veo”, o “este helado lo comíamos con los primos en Santa Ana”

Sea cual sea ese rincón, lo usamos como recordatorio de que llevamos ese mismo pendejo rompebolas que fuimos alguna vez adentro, y nos metemos en sus pies de vez en cuando.

Como frikilólogos, el pendejo rompebolas que tenemos adentro sale afuera más de una vez , y esta vez no es excepción, pues esta historieta nacional tiene muchísimos elementos que nos traen a esos momentos copados y viejos (que no son tan viejos a veces) que tenemos dentro.

Pero antes de adentrarnos, un poquito sobre los autores!




















Los Creadores

Carlos Trillo le pone el guión a esta historia de fantasía épica, un guionista de la reputa madre con una trayectoria importante en el ámbito del noveno arte. Este muchacho (que si no conocen, deberían) pasó por ámbitos tanto propios (con creaciones excelentes, como El Loco Chávez o Las Puertitas del Señor López, de la que ya tenemos nota) como ajenos (escribió historias de Hijitus y Anteojito en sus comienzos).

Se codeó con dibujantes del talante de Domingo Mandrafina, Horacio Altuna y, obviamente, el propio Eduardo Risso.

Trillo suele poner en sus historias montones de elementos fantásticos acompañados por codeos con la realidad circundante, lo cual hace que el cuadro surreal más coloreado no deje de tener un par de indirectas de concientización al lector. Eso, sumado al estilo innegablemente latinoamericano que tiene, lo hacen un excelente guionista y creador de historias y personajes.

Eduardo Risso le da cuerpo a los personajes de Trillo con una textura excelente, pues dada su capacidad artística elige tener para el escenario dibujos limpios, lisos e inclusive caricaturescos, lo cual hace de esta obra una obra más que representativa del género, envolviéndola en disfraces de absurdos y arlequines.

Risso también tiene una trayectoria y un dibujo únicos; ha dibujado en publicaciones de casi toda Europa, y también junto a guionistas excelentes. Puede pasar de un dibujo maduro y excelentemente negro, como el que se puede ver en su colaboración de Batman para la DC, a un dibujo infantil (y no tanto) sin restar complejidad ni tampoco contenido. Sus personajes siempre denotan lo que quiere denotar el Risso detrás de la cuestión, y es un placer leer en sus expresiones lo que la historia resguarda, fuera del texto y las acciones.




















La niña de Pelo Rojo y el Saltimbanqui Involucrado

La historia de Los Misterios de la Luna Roja nos sitúa en una edad media donde la magia es real, aunque la gente descrea de ella. Los dos protagonistas, Antolín y Luna, se juntan por azares del destino en una confrontación de imágenes que no dejan de girar hasta el final.
La Reina ha muerto, y el Rey de las tierras de Burien está demasiado triste para hacer otra cosa que sollozar y quedarse en su castillo, rodeado de la gente que los amaba. Su hija, Luna (una chica de pelo rojo que deambula por los terrenos de su padre hablando sola), es la única que parece no haber perdido demasiado de su corazón con la muerte de su madre.

A las tierras de Burien llega un grupo de Saltimbanquis (googleen, hijos de puta) para divertir al Señor; sin embargo, no hay demasiado quórum y el grupo de artistas transhumantes se marcha. En este grupo viene Antolín, un chico demasiado sencillo que divierte al público con piruetas. Antolín conoce a Luna y se caen mutuamente mal (aunque a Luna nada parece perturbarla, realmente), y cuando ya se está marchando con su grupo se topan con el Señor de las tierras de Leona, que, aprovechando la desazón en la que se halla sumido el Señor de Burien, arrasa todo a fuego y sangre para la conquista. Con algo de obviedad, Antolín escapa a la suerte de todo su grupo y regresa al Castillo de Burien, donde halla a su grupo, a Luna y a su papá presos en las garras del más malo de los malos.

Antolín libera a Luna, pues ella le dice que solamente su madre puede ayudarlos a rescatar el viejo Reino de las garras del invasor. Antolín en un principio no comprende hacia qué enfoca esta chica, pero con la marcha de los días y los viajes comienza a acostumbrarse a las excentricidades de Luna y los personajes bizarros que se van cruzando en su camino. Al mejor estilo de Mago de Oz, Luna y Antolín deben emprender un larguísimo viaje por un Reino encantando, reclutando en su camino a personajes tan estrafalarios como ellos, con habilidades tan bizarras como ellos mismos podrían haber tenido.

Luna habla todo el tiempo con un personaje al cual llama Bran, que ella asegura que es invisible y cuya voz no puede ser oída por otros. A todo esto, Antolín, el personaje en el que se para el lector, es el “tipo común” arrastrado a la aventura más por necesidad que otra cosa. Juntos entablarán batalla contra muchos rivales y conocerán los retorcidos recovecos que el mundo tiene, y los personajes representativos de estos.




















Recomendada especialmente para aquellos a los que les guste la fantasía y lo inesperado, la historia los lleva a conocer a personajes como Croker y Theo, dos compañeros arlequines que hacen las veces de comic relief para que no haya demasiado espacio a la seriedad, o el gigante Lamermof de Granf, una suerte de aliado-enemigo que les genera más de un dolor de cabeza.

Actualmente está bajo edición de Norma (editorial española), aunque originalmente fue publicada en la revista Genios, Argentina. Se divide en cuatro tomos: Bran, el Invisible , El Ataque del Circo, El Reino de Nunca y El Libro de Todos los Sueños.

Los Misterios de la Luna Roja es una excelente obra para dejar volar la mente a ese rincón que enunciábamos al principio de la nota, y es una muy buena manera de distenderse, reírse e inclusive llegar a comprender un poquito más todo ese sueño que todos tenemos dentro. Digna de compararse, en complejidad y originalidad, con la Stardust de Neil Gaiman, las aventuras de Luna y Antolín son un bocado artístico que ningún ávido devorador del noveno arte debería perderse.

Un abrazo, y nos vemos en la próxima recomendación.

Cataqclismo

1 comentario:

  1. OHHH, que recuerdos!!!! Venia en la revista Genios y lo leíamos con mis hermanitos re emocionados! Como amo este comic. Donde se lo consigue que me lo quiero comprar?

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