miércoles, 15 de julio de 2009

Rajá que viene la Yuta!



El Cazador de Aventuras

Llegó la hora en que puedo hablar tranquila y serenamente (mentira, estoy contra el reloj para llegar a las 12 <.<) de uno de mis antihéroes preferidos de la galería Nacional de historietas.

Si señores, nada más y nada menos que el Cazador, ese personaje que, los que lo leímos, lo terminamos amando por todo lo detestable que era. El Cazador es un personaje retorcido, simplón a veces y muy atado a cosas que su mente sencilla puede llegar a comprender o descifrar en otras cosas. El Cazador es bruto, ignorante, tosco, pobre (casi indigente), inculto, animal, sádico, asesino… y argentino.

Mirar como fue evolucionando a través del tiempo es genial; sobre todo por ver cómo ganó su carácter más clásico tras unos cuantos años de remarla por el Under Argentino. La Historia del Cazador es una de las más retorcidas, inverosímiles y pintorescas que he conocido, y eso que, creo, tengo un buen repertorio en ellas.

Quizás lo único malo que puede haber llegado a tener esta publicación haya sido la redundancia en algunos puntos, a veces, y lo seco que quedó el guión en la segunda época. Pero bueno, es el Cazador, se le puede perdonar de todo.

Como Masacrar indulgentes (historia, spoiler-free)



El Cazador de Aventuras arranca en blanco y negro, allá por 1992, dirigida por Ariel Olivetti (dibujante de la reputísima madre) y creado por Jorge Lucas (dibujante y creador (por no decirle escritor-guionista; trasciende a eso). El Cazador se presenta como un héroe; si, por más inverosímil que suene, en un principio era un Héroe hecho y derecho.
Bueno… no tan hecho y derecho. Era tosco, brutal y denotaba argentinidad por todos lados… pero era un héroe. Perseguía a los malos de turno y le daba matraca a cuanto insolente se le cruzara.

La revista sufrió una retorcida vuelta cuando pasó, de los siete números iniciales en blanco y negro, al color. La gran mayoría de los comics que pasan del blanco y negro al color pierden muchísima de su magia… pero debo decir que, si bien al principio cuesta acostumbrarse, el Cazador no perdió nada.
Ganó muchísimo más, sobre todo si consideramos que es acá cuando el Cazador pasa de ser el Héroe al Anti-Héroe, más bruto y tosco que antes, menos interesado en el bienestar ajeno, muchísimo más sanguinario y oscuro.

Pero vamos a la pregunta que nos hacemos todos a veces, quien carajo es el Cazador?
La respuesta que nos dan los autores es que ni siquiera él sabe quién (o qué) es el/lo que está debajo de la máscara.
Y no es que realmente la duda nos invada; el Cazador es de esos personajes de personalidad y carisma tan impactantes, que dejamos de preocuparnos por su origen y sus detalles para aceptarlo como es; parte de esa mística perdida que tenían los héroes de antes (Hijitus , por ejemplo, por más pelotudo que sea el ejemplo).

La historia que se narra de la creación del Cazador es que era un simple mortal, hijo de un alemán que había servido en el ejército de Vlad Tepes (El Empalador, A.K.A. Drácula) y una aborigen del Nuevo Mundo que llega con la expedición de Solís al Río de la Plata en busca de tesoros. Después de pelearse con la gran mayoría de los fortines, él y una banda de hombres rebeldes a su cargo son expulsados; ahí gana el sobrenombre de Cazador de Almas, dedicado a saquear y masacrar indígenas a diestra y siniestra junto con su tropa.
El fin de sus correrías llega cuando es capturado por un grupo de chamanes indios que, además de matar a todos sus hombres, sellan en su frente la cruz cristiana invertida (el símbolo que él tanto había defendido), dándole el mayor castigo que se le puede dar a un hombre vivo: la Inmortalidad. “Nunca vas a poder morirte, nunca vas a poder descansar, y vas a tener que recurrir a matar para poder sobrevivir”.
Agobiado por los demonios que lo atormentan, se lanza de un precipicio intentando acabar con su vida para darse cuenta de que realmente es inmortal… desesperado por el hambre, comienza a asaltar caravanas españolas que venían allá, devorándolos. Semidesnudo, hace nacer el mito del Demonio de la Selva, que come hombres y nunca muere.

Años después de aquello, aún viviendo de esta manera salvaje y tortuosa, el Cazador explora un poco más de lo que siempre exploraba y se mete en un fortín, notando que todos los españoles están extrañamente muertos. Se topa con un ritual oficiado por Melkor, un Demonio, otrora Señor de la Oscuridad y expulsado de su Reino, quien intenta apoderarse de la Tierra; éste está acompañado por Balrog, un demonio que solo habla con insultos (es muy gracioso leerlo) y que recuerda a un Demonio de Tasmania. Tras enfrentarse y derrotarlos, Melkor huye asegurándole “Nos volveremos a ver, gordito”. Así queda planteada la rivalidad entre el Cazador y Melkor, probablemente su némesis, a quien en los primeros números combatía por verdadero odio fanático (“Yo soy la Ira de Dios!”, gritaba el Caza) y después, por inercia o cansancio.

Pasa el tiempo y el dibujo Blanco y Negro, el Cazador vive y habita en una Iglesia abandonada en las afueras de Buenos Aires y vive las más extrañas aventuras, usualmente venidas a él (éste Cazador, el clásico, es el cabrón que no se preocupa por nada). Fanático de las armas de fuego, amigo de Maradona, no tiene los dogmas que tenía el Cazador anterior… pero si tiene un odio que se enciende de nada ante cualquier cosa que le dificulte su existencia.



De más está decir que el Cazador no solo se reduce a la historia entre Melkor y su intento de conquista del mundo; por las páginas del comic se han paseado miles de personajes, entre los que se pueden enumerar: Patoruzú, Sherlock Time, Hijitus, Neurus, Isidoro y Upa, Superman, el Hombre Lobo, Drácula, extraterrestres, El Diablo y Dios, entre otros.
Además, el Cazador se ha paseado por miles de paisajes; desde compartir barco con Hércules y otros héroes griegos, hasta combatir con deidades germánicas y nórdicas, matar a miles de personajes oscuros (y no tanto), perseguir a su mascota Shubb-Niggurath por increíbles planos, y otros eventos bizarros.
Podemos darnos cuenta de que la vida del Cazador, además de entretenida, es algo vertiginosa. Cómo podemos poner a un personaje que estaba hace un rato puteando por un partido de Racing en Disneylandia? Y es simple, dándole el carácter simpaticón y satírico que tiene esta revista.

En mi opinión, la mejor época del Cazador fue cuando Lucas quedó como dibujante y escritor principal, esta Primera Época a Color. La Segunda Época tiene sus momentos rescatables, pero tanto el dibujo como los diálogos carecen del absurdo característico de la serie.

El Cazador es un asesino despiadado. Toma mates en su Iglesia y escucha la radio tranquilamente, mientras las ratas opinan. Es un violador, un desinteresado por el derecho ajeno y por la integridad física de los demás (prueba clara de esto es el ejemplar del fanático del Cazador). Es un asqueroso, con pocas normas morales e higiénicas. Es un hijo de puta, propiamente dicho.

Y es Argentino.

Léanlo solo si están dispuestos a enfrentarse al monstruo gráfico de detalles que es la obra, al absurdo y a la crudeza de algunas imágenes y conceptos.

Léanla solo si están dispuestos a enfrentarse al monstruo humano argentino.



1 comentario:

  1. Un maestro de la expresion viva en el papel don Ariel Olivetti.
    Excelente nota, veremos que sale de esto... quizás otra lectora del Cazador.
    Uno nunca sabe en que rincones oscuros se escapa para leer... o hacer travesuras! :D

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