Parece mentira que, cuando el escritor pensaba retomar esta serie de artículos, se despida de nosotros, casi sin quererlo, uno de los historietistas más copados que haya tenido nuestro suelo. Como es deber y casi obligación del deber Frikilógico, la nota de esta sección va, como la que le precedió, cargada con un listón negro. Hoy homenajeamos a Francisco Solano López, el mítico dibujante del coloso de hierro de la historieta contemporánea argentina: El Eternauta.
Un poco de Biografía
Francisco Solano López (Buenos Aires, 19281 – Buenos Aires, 12 de agosto de 2011)2 fue uno de los dibujantes más importantes de la historieta argentina, siendo El Eternauta su obra más reconocida. Comparte el nombre con el antiguo presidente paraguayo Francisco Solano López (1826-1870), de quien era descendiente.
La carrera de Solano López comienza en 1953, donde trabaja en la Editorial Columba con el guionista Roger Plá para realizar Perico y Guillermina.
Su dupla con el guionista Héctor Germán Oesterheld (1919-1978) comienza en 1955, al reemplazar a Campani en la serie Bull Rocket de la revista Misterix. Formó parte de la Editorial Frontera desde el principio, y siempre con guiones de Oesterheld trabajó en las series Joe Zonda y Rul de la Luna para la revista Frontera, «Rolo el marciano adoptivo» para Hora Cero, más numerosos episodios de Ernie Pike y El Cuaderno Rojo.
En la editorial, Oesterheld se ponía de acuerdo con los dibujantes acerca de las historietas en las que trabajaban. Solano López pidió trabajar en una serie de ciencia ficción pero con un tono más realista que sus trabajos anteriores. Esto llevó a la publicación de El Eternauta, que aunque presenta elementos del género como las invasiones extraterrestres o armamentos fantásticos, no pone el acento en éstos sino en las reacciones de personas comunes ante la tragedia descrita. La serie se comenzó a publicar en Hora Cero semanal el 4 de septiembre de 1957, y se extendió hasta el número 106, dos años después. Esta historieta fue reeditada en numerosas ocasiones a lo largo del tiempo, e incluso Oesterheld la recreó más adelante con Alberto Breccia.
Francisco Solano López, dibujante de El Eternauta.
Se mudó a Europa entre 1963 y 1968, en donde trabajó para la editorial Fleetway en Galaxus, Kelly Ojo Mágico, Adam Eterno, Profesor Kraken, etc. Luego regresó al país y volvió a trabajar para Columba.
El éxito de las reediciones de El Eternauta lo reunió de nuevo con Oesterheld en 1976 para realizar El Eternauta II, para la revista Skorpio. Oesterheld en este entonces era militante de los Montoneros, y trasladó sus ideas a la situación de la historieta. Este trabajo llevó a la desaparición de Oesterheld durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional que gobernaba el país en ese entonces.
En 1976 comenzó también a colaborar con Ricardo Barreiro, con quien produjo Slot Barr.
El clima político del país lo hace emigrar a España, en donde produjo «Ana» e «Historias tristes».
En 1980 dibuja la serie bélica «Águila Negra», con guion de Ray Collins, para Nippur Magnum de Columba. En Superhumor publica «Calle Corrientes» con guion de Guillermo Saccomano. También creó Evaristo, una versión en historieta del entonces célebre comisario Evaristo Meneses.
Luego se muda a Río de Janeiro y trabaja a distancia para editoriales estadounidenses, lo cual continúa al regresar a Buenos Aires. Abarca diversos géneros, y comienza a trabajar con Pablo Maiztegui, quien firma como "Pol".
Junto a dicho guionista vuelve a realizar El Eternauta en 1997, con la historia "El Mundo Arrepentido". Situada luego del final de la primera, está situada en uno de los incontables viajes que el protagonista asegura haber realizado antes de aparecer ante el guionista ante quien relató su historia. Fue publicada en la revista Nueva, editada en el interior del país, y más adelante fue recopilada.
Durante el 2001 vuelve a retomar El Eternauta, esta vez con una historia más ambiciosa. Omitiendo por completo la continuación de la segunda parte, se sitúa 40 años en el futuro en un Buenos Aires reconstruido por los invasores, donde masivos lavados cerebrales a los sobrevivientes hicieron a la gente creer que la llegada fue pacífica, y sólo unos pocos resistentes conocen la verdad de la invasión. La intención de los autores fue retratar una forma diferente de dominación, basada no en el poderío militar sino en la manipulación de las masas. Solano López lo explicaba así:
Estamos echando una mirada sobre la actualidad, basados en una metáfora explícita: el país invadido por extraterrestres, que son en realidad las finanzas internacionales. En esta parte nos interesó mostrar cómo lograron los invasores perpetuar la dominación a través de los mecanismos de la democracia. Tal como pasó en América Latina con Collor de Melo, Alan García o Menem.
Se comenzó a editar en julio de 2003, en nueve entregas.
Dada su buena recepción, se continuó con una nueva parte, La búsqueda de Elena (la esposa de Juan Salvo, perdida al final de la primera historia), de seis números publicados a partir de abril de 2006, junto a una reedición de Marcianeros. Estaba previsto el final en el 2007, pero llegó a publicarse recién en 2010 en tres entregas.
El 5 de diciembre de 2008 fue declarado ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. La ceremonia tuvo lugar en el salón San Martín del palacio legislativo.
Francisco Solano López falleció la madrugada del viernes 12 de agosto de 2011 luego de una hemorragia cerebral de la que no se pudo recuperar.
Palabras para la posteridad
Siempre que se recuerda a un artista, por lo general se lo recuerda por sus obras y por su manera de ver las cosas, la vida, el arte en general, sus impresiones y las cosas que provocó en su entorno. En Solano López podemos ver muchísimas de esas cosas, no simplemente porque haya constituido parte del Eternauta, sino por el mero hecho de haber participado en la historieta argentina.
Como hablábamos entre nosotros cuando recibimos la noticia, Solano López pertenecía (pertenece, mejor dicho) a una generación de historietistas que es tan nuestra como de nuestros padres. Es parte de las generaciones que se criaron con Misterix, el Tony y todas esas publicaciones emblemáticas de la época de oro, junto con, obviamente, las invenciones de Dante Quinterno y García Ferré. Es parte de ese conjunto que, habiéndose nutrido en una historieta generalmente exterior (por más que se hiciera acá), decidió dar el paso más allá y empezar a hacer otra clase de historieta, empezar a hacer aquellas cosas que realmente valen la pena, y pasar de la historietita a la Historieta Argentina, con mayúsculas incluidas. Como decíamos en la nota de Breccia y en la de Trillo, es parte de aquel conjunto de artistas excepcionales que dieron el giro de tuerca necesario para que los que vivimos en estas latitudes también hiciéramos el nuestro.
La escarapela que Solano López comparte con Oesterheld (esto es, El Eternauta) es el ejemplo máximo de esto. Como diría un autor en el documental Imaginadores, “El Eternauta nos estremece en lo más hondo porque ese tipo, Juan Salvo, podría ser cualquiera de nosotros; y esa ciudad devastada por invasores era nuestra Buenos Aires, la misma que caminábamos todos los días. Si El Eternauta fuera norteamericano, Juan Salvo probablemente era un Marine o un científico de la NASA que contase con el equipo necesario para la situación. Juan Salvo es un tipo que trabaja en una fábrica, y con un traje de buzo, una máscara de pescar y unas cuantas cosas se arma, como puede, el traje. Y sale a la nevada mortal sin saber si va a volver; pero sale igual”.
Quizá cualquiera de estos prohombres de la Historieta Argentina, aquellos que fueron perseguidos por la represión o la censura, otros, que se quedaron e hicieron la lucha silenciosa desde la tinta y los cuadritos; o quizá otros que desde el exterior intentaban digerir la dura carga del exilio, hayan sido todos un poco de Juan Salvo. Y, como pudieron, se armaron su traje y salieron a caminar en la nevada mortal que no solamente era la crítica, el desgano, la mala fortuna, sino la concurrente dictadura opresora que reinaba por nuestra patria.
Se nos va Solano López. Pero nosotros, lejos de sumirnos en llanto o en molestarnos, no podemos decir más que gracias. Un Gracias con G mayúscula, porque junto con Trillo, el Negro Fontanarrosa y Oesterheld, nos han enseñado que la historieta es más que una tira en el diario, o un par de caricaturas. Nos enseñaron que la historieta es un medio artístico: y como todo medio artístico, flexible, endeble, maleable y manipulable- pero, sobre todo, libre.
Un abrazo a todos y los espero en la próxima nota de Autorazos.
Cataqclismo
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