miércoles, 16 de febrero de 2011

Autorazos ! Frank Miller


Queridos niños, lectores de Frikilogía, reambulantes que se pasan por estas costas o simplemente gente que vino a parar acá sin saber bien porqué: tengo el placer de inaugurar antes sus ojos una nueva serie de notas que muy probablemente tenga algún fin un día de estos, uno de los meses en que uno se pudra de escribir en un mismo estilo >_>

Esta serie de notas que vamos a empezar a ver todos los meses en Frikilogía (con una pizca de suerte y otra de ganas) se va a referir a autores, precisamente, de historietas, comics o manga, que es imposible que pasen desapercibidos si tenemos una lectura ancha del género (y sí, quise usar la palabra ANCHA para describir bien a qué me refiero)

El chiste es que, cuando la idea de estas notas nació en mi cabeza, tenía la imagen de hacer una Meganota que fuera algo como “50 tipos que tenés que leer antes de morir”, pero sinceramente me pareció un título y una idea demasiado ambiciosa como para ponernos en aras del trabajo e intentar sonsacar algo de todo aquello (serían demasiados, sería muy escueto y terminaría transformándose en una nota mediocre). Así que me tiré por el trabajo de Hormiga y por las ganas de tirarnos a saber un poco de todos ellos.

Y bueno, es hora de empezar con Autorazos, la serie de notas como recomendación de autores determinados como para meterle caña… además de desentrañar algunos detalles copados del entramado propio de los autores.

Hoy, como el título indica, nos metemos con Frank Miller, un estadounidense de ideas muy particulares…

Datos Biográficos y esas cosas que aparecen en los Obituarios

Frank Miller nace en 1954 en Maryland y crece, como el quinto hijo de siete hermanos, en Montpelier, fruto de una madre enfermera y un padre capintero/electricista. Vivió durante muchísimo tiempo en un barrio de Nueva York apodado afablemente Hell’s Kitchen, que se vendría a traducir a algo como La Cocina del Infierno. Para un poquito más de datos, este barrio, que muy probablemente lo haya influenciado para sus obras en los ochenta, es el sucesor de los dichosos Five Points que están tan bien retratados en el film Pandillas de Nueva York.

Miller arranca a laburar en un comic bastante peculiar (el comic de la serie televisiva conocida por estas latitudes con el nombre de La Dimensión Desconocida), en 1978. También por estas épocas empieza a trabajar para DC y Marvel alternativamente, haciendo para los padres de Batman trabajos menores en Weird Tales from War y, para la madre de Hulk, Warlords of Mars.

También nos tenemos que meter en la época; ya salimos de la época dorada del comic, estamos metiéndonos en los años pre-crisis, y Miller empezó trabajando sobre las viejas bases (guionísticas y artísticas) del mal llamado “comic americano”.

Lo irónico es que Miller tenía una idea de estética totalmente diferente a la que se buscaba en esa época; una anécdota narra en que el propio Miller se presentó a la editoría de Marvel con su portfolio, lleno de muestras, cubiertas, bosquejos y demás, llenos de autos viejos, hombres en trajes grandes y muchas sombras. El editor, luego de mirar las muestras, gira y pregunta al autor “Donde están los hombres en mallas?”. Así que Miller tuvo que someterse a aprender a dibujar hombrecillos en malla con nombres y trajes ajustados de colores chillones. Por estas épocas también dibujó Spider-Man y, lo más copado, se interesó particularmente por un título que Marvel tenía medio tirado y a punto de sacar: Daredevil. Después de reiterados trabajos, pidió permiso para meter las garras en Daredevil… y arrancó.

Miller arrancó dibujando Daredevil en el final de una saga ajena, metiéndole solamente un poco de su estilo personal en cuestiones estéticas. Después arrancó como dibujante y escritor, y tomó el consejo de un autor compañero, Neal Adams, de sentarse en las terrazas de los edificios para bosquejar escenarios, dándole a su trabajo un toque muchísimo más realista que no se acostumbraba en el género. De esta manera, el comic de Daredevil pasó de publicación bimensual a mensual, y el estilo gustó tanto que Miller quedó fijo como guionista y dibujante, encargánose de las tintas y los colores Klaus Janson. Precisamente durante esta primera época Miller crea e introduce a su primer personaje en lo que iba de su carrera; Elektra, la Ninja que tiene un toquecito de apego por el abogado ciego.

Con la creación de Elektra y la práctica libertad que los editores le brindaban, Miller empezó a hacer que las historias de Daredevil tomaran un giro un poco más oscuro, estilo que permaneció y tomó un giro espectacular en 1982, cuando Miller mató a su personaje Elektra a manos del asesino profesional Bullseye. Para este entonces, Miller había transformado una historieta originalmente secundaria de Marvel en una de las más populares, demostrando el potencial del que era capaz.

Por estas épocas Miller dibujó una serie alternativa de DC, un especial de navidad de Batman llamado “Papá Noel: Buscado Vivo o Muerto”, un personaje con el que Miller quedaría bastante conforme y elevaría, al mismo estilo que hizo con Daredevil. Como dibujante y co-guionista, produjo la miniserie Wolverine, una versión suplementaria de la historia principal de X-Men. Lo que hizo de espectacular fue ampliar y profundizar la personalidad de Logan, metiéndole un estilo más similar al manga. La serie fue un éxito de la crítica y lo dejaron ya instituído como un groso en la Industria.

Por los años 1983-1984, Miller largó su primera creación propia para DC, la miniserie Ronin con la cual logra refinar su estilo guionístico y de dibujo; además, Ronin sentó un precedente en lo que a derechos de autor respecta, y a pertenencia de los derechos del personaje. Por ese entonces también regresa a Marvel para terminar una serie más de Daredevil.

En 1986 DC lanza al mercado una de las miniseries más emblemáticas de los últimos años: Batman, The Dark Knight Returns, acomodándola en un formato muy común hoy en día pero que fue novedoso por aquel entonces: prestige, haciendo una historieta de colección con mucha mejor calidad de impresión y edición.

La historia relata como Batman, luego de la muerte del segundo Robin (Jason Todd), regresa, con 55 años, a combatir el crimen en la ciudad. El estilo y la estética, oscuros y describiendo con un realismo casi crudo, eran al resultado de la evolución de la obra de Miller, y el color que venía tomando en los últimos años. Lanzada al mismo tiempo que la miniserie de Alan Moore, Watchmen, estos comics fueron los precursores que sentaron las bases para comics orientados a adultos y no niños, ampliando el horizonte de la industria (y obviamente a su público)

Por esta época también lanzó una miniserie con Daredevil, llamada Daredevil: Born Again, haciendo lo que Miller parecía saber hacer mejor: profundizando el personaje principal de una historieta que hasta entonces seguía los lineamientos básicos de la vieja escuela. En esta serie, Daredevil ve toda su historia previa y su identidad, sufriendo una crisis importante a la hora de enfrentarse a su archienemigo, Wilson Fisk, conocido por nosotros como el Kingpin.

Miller se jugó y lanzó dos novelas gráficas, también en 1986, jugando con Daredevil y Elektra; en la de Daredevil, profundizó el personaje del Kingpin y le marcó un par de guiños casi propios, y en Elektra, expandió el horizonte de la difunta Ninja (que fue revivida muy a su pesar, porque él quería que permanezca muerta). Obviamente, fueron opacadas por Dark Knight y Watchmen.

Debido al éxito con Batman, Miller empezó a darle duro al propio personaje, y con el cambio de series empezó la famosa serie Batman: Año Uno, en que se relata el orígen de un detective murciélago bastante atormentado, bien al estilo propio del autor.

Miller también dibujó las portadas de los primeros doce números de las primera reimpresiones en inglés de Lone Wolf and Cub, de Kazuo Koike and Goseki Kojima, dándole una mano enorme a acercar el manga al público occidental.

Al final de los ochenta, Miller (junto con Marv Wolfman, Alan Moore and Howard Chaykin) empezaron una cruzada contra un sistema de Rating por puntos que se impuso en la industria del comic, aunque internamente y particularmente aplicado en DC. Viendo que se le venía la censura encima, Miller renuncia a DC y Marvel y se larga a producir obras para la publicadora independiente que tantos buenos ratos nos ha dado, Dark Horse.

Después de este anuncio, Miller completa y entrega una novela gráfica que tenía incompleta para Epic Publishers, la segunda editora de Marvel orientada al público adulto: Elektra vive de nuevo, una obra en la que se relata la muerte y resurrección de la más que popular Ninja y la búsqueda de Daredevil por y hacia ella. En esta novela se aprecia un cambio casi radical en la manera de narrar la historia de Miller y en la influencia estética, dejando un poco de lado la marca negra que lo precedía. Esto era de suponer porque, después de todo, fue una obra conjunta con la que sería su futura ex-esposa.

Los noventa vieron nacer dos títulos bastante violentos; Hard Boiled, en conjunto con un dibujante directo y plagado de detalles (Geoff Darrow), combina espectacularmente la violencia hablada y gráfica. El otro título fue una sátira áspera llamada Give Me Liberty, dibujada por Dave Gibbons, en la que se estila lo filoso de Miller.

Miller escribió los guiones para las películas Robocop 2 y 3, pero luego de las experiencias de la filmación, Miller dijo que nunca más dejaría que ninguna de sus obras se fuera a la pantalla grande, puesto que el estudio interfirió lo suficiente con el guión como para molestarlo. De todas maneras, Robocop dejó una marca en Miller, ya que años después largó una serie de historietas respecto a esa temática: Frank Miller’s Robocop, y Robocop vs The Terminator, que, como buen jugador de Sega sabe, inspiró un video-game.

1991 vio nacer una de las obras cumbres de Miller: Sin City. Serializada por Dark Horse y arrancando bajo el nombre “Un Duro Adiós”, la serie está estilada a ser en blanco y negro y con una narración recortada, pero más que suficiente, dándole gas a los orígenes del estilo de Miller. La serie arrancó como un puñado de personajes, pero el mundo de sin city, a través de los años, probó ser lo suficientemente nutrido como para poblarlos de múltiples historias.

Miller volvio a darle ñasca a Daredevil, y además, actualizándose con la época, escribió un guión para Spawn, el monstruo personal de Todd Macfarlane, e inclusive expandió el cosmos de Spawn, escribiendo el crossover de Spawn/Batman.

Durante 1995 Miller lanzó una miniserie de poca monta que terminó transformándose en una serie animada lanzada por Fox Kids, Big Guy and Rusty the Robot Boy; asimismo, Miller se transformó en uno de los miembros fundadores de Legends, una imprenta que proporcionaba la publicación para varias editoriales independientes, entre ellas, obviamente, Dark Horse.

En 1998 vio la luz una de las series más conocidas de Miller: 300, una serie de proporciones épicas, inspirada en el film de 1962 Los Trescientos Espartanos. La Miniserie se serializó y en 1999 fue impresa en tomo recopilatorio; como todos sabemos en 2007 vio la luz en la pantalla grande de la mano de Zack Snyder.


Miller arrancó el 2000 dándole a DC la serie de Batman; The Dark Knight Strikes Again, y escribiendo a partir del 2005, la serie oficial de Batman.

Irónicamente, Miller personalmente combate contra la nueva estetica de comics que se viene perfilando en los últimos años, intentando atrapar un realismo más importante. Miller mismo dijo “La gente intenta plasmar la realidad en personajes que ya, de por si, son anchos y profundos. No quiero ver el detalle muscular de Superman en sus brazos, quiero verlo volar”

Como se dijo antes, Miller tenía cierta reticencia a las adaptaciones fílmicas, y sabiendo esto el director Robert Rodriguez filmó un corto basado en una historia corta de las series de Sin City, llamado “El Cliente siempre tiene la razón”, y se lo mostró. A Miller le gustó tanto que le dio el OK para que Rodriguez hiciera la película, que vio la luz en 2005. Curiosamente este corto es con el que empieza la película.


Siguiendo con aires renovados y viendo el potencial en la industria fílmica, Miller intentó y logró llevar al cine la persecuta de The Spirit, de Robert Eisner, pero lamentablemente obtuvo un resultado muy pobre que se vio reflejado en las críticas (ya que él mismo dirigió y produjo la película).

Durante estos días, se anunció que Miller sigue como guionista de las series de Batman en DC y que está terminando de escribir una nueva publicación independiente, titulada Holy Terror, respecto a un agente de Operaciones Especiales involucrado en las situaciones de Al-Qaeda.

Todo muy Bonito, pero… Que Tiene de Especial este Tipo?

Como digo siempre, creo que no es necesario aclarar que esto está sujeto a los gustos de cada uno. Por eso, antes de avanzar en éste, el análisis crítico, me gustaría dar la advertencia de que esto es sola, simple; lisa y llanamente, mi opinión.

Ahora, desde ya que los precursores y la gente que trae la antorcha de la novedad y lo nuevo siempre me fascinaron. Yendo a un extremo, leer Julio Verne de pibe nunca me impresionó hasta que me enteré que el tipo se había anticipado a casi cien años de invención =P

Frank Miller es uno de estos tipos: tuvo y tiene una visión del mundo (su mundo) que cuadra perfectamente en la estética de estos últimos años y se supo mover entre las mentes y los gustos estéticos de un mundo lo suficientemente maduro como para aceptar la parte negra, casi tétrica, del mundo. No lo voy a comparar con un Poe de los comics; sería irrisorio y casi pelotudo, pero sí lo puedo comparar con un Arthur Conan Doyle, o un Eliot Ness mejor dicho. Este tipo vive y respira la mierda de yankilandia todos los días; se basa en los lugares en los que transita, come y duerme. Las figuras menospreciadas, los bajos fondos, la idea de la gente menospreciada y corrupta; la realidad humana trágica y el elemento significativo de humanizar más allá de la forma a los superhéroes hacen de este un autor digno de lectura.

Pongámoslo así: las líneas clásicas del comic americano eran una fotografía a una sociedad de los 40-50, caduca, donde los hombres bien existían y los hombres mal también, sin grises, todo totalmente decantado para un lado o para el otro, y la mayor tragedia que podía sucederle a estos personajes era no ser correspondidos por su noviecita, sus compañeros de colegio, la sociedad, etc. Frank Miller, junto con un puñado de autores más, llevaron a estos tipos (sean mamotretos con superpoderes o no) a las calles mismas de nuestra realidad, dándoles todo lo que cada uno de nosotros vive; no saber si llegás a fin de mes, el kilombo sideral de estar parado en medio del escenario sin saber bien cómo bailar al ritmo de una música frenética, darte cuenta de que la mierda mediática te golpea a vos y a toda la sociedad, que sos parte de un estrato (o sustrato) de la sociedad, que muy probablemente no vas a ascender nunca o que mueras en el intento, y que la muerte es una realidad tan violenta que te sacude en cada esquina, noticia, momento. Pasamos de un mundo lineado por el “In God we trust” de la patria angloamericana a un universo totalmente complejo y completo, donde los copatriotas que antes colaboraban ahora son los enemigos, donde los entramados guionísticos cobran la complejidad de la realidad (o la que queremos creer / ver).

Frank Miller, particularmente, tiene un pire con sabor a mugre. Si bien el tipo escribe fantasía especiada en realismo truculento, la escribe de una manera tan tangible que a veces nos da miedo. Nos da miedo saber que eso existe, que los monstruos que pueblan las páginas de sus relatos puedan cobrar vida, saltar del cuadro (o de la esquina en la que esperás el Bondi) y, simplemente porque si, terminen con tus dudas de un saque.

Había un chiste muy copado de Liniers que decía “la gente traduce todo en formas geométricas abstractas. Después de un tiempo, la ciudad, en su complejidad deja de ser tal, porque vemos todo como formas geométricas abstractas. Y nadie le presta atención a las formas geométricas abstractas”. El último cuadro era revelar que la forma que el personaje veía era, en realidad, un mendigo. Frank Miller precisamente devela ese velo; el de ver todo igual, todo porque si, viviendo en un mundo propio y nos trae esa realidad, que nos es ajena y a la vez nuestra, de frente a nuestras narices.

Pongo un ejemplo muy real con Sin City; todos soñamos con pasearnos por las calles de Sin City, como villano o anti-héroe. Todos quisimos ir con las putas del Barrio Viejo, o emborracharnos hasta morir, o cagarnos a tiros desde un Cadillac. El chiste con Frank Miller es que todas estas cosas, teñidas de romanticismo en los supuestos, en los escenarios de Miller tienen un cuerpo tan real, que dudamos un momento a la hora de jugarnos la vida en esa ruleta rusa.

Miller no tiene problema en mostrarte que ese matón de poca monta también es un hombre, con preocupaciones, auto, seguro contra incendios y pececitos de colores. Tampoco en demostrarte que el desnuque de ese tipo es tan real y tan cierto como todo lo que pasa; que las revueltas son violentas para ambos lados, que la policía no es del todo corrupta ni tampoco buena, que inclusive las fuerzas que creíamos aliadas son totalmente ciertas.

El universo de Miller es un universo de Hombres y Mujeres complejos, como nosotros, y que solamente difieren en nosotros por una cosa; lo que nosotros soñamos en algún momento con hacer, ellos lo hacen, lo viven, lo sufren y lo disfrutan.

Le doy la Bienvenida a Autorazos al Maestro Frank Miller, que si bien no dudo debe ser un poco paranoico, estoy seguro se sentirá cómodo por aquí.

Abrazo a todos, nos vemos en las calles de Basin City.

Cataqclismo

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